Un protocolo para casos de muerte perinatal

Cuando estaba embarazada de 41 semanas, a punto de dar a luz, me hicieron una ecografía. “No encuentro latido”, me dijeron. Tras confirmar con otros profesionales, me dieron la peor noticia que podían darme: la niña había fallecido antes de nacer. “Te vamos a ingresar”, me advirtieron. “Te induciremos el parto”. Me llevaron al paritorio y empezaron las que serían las peores 24 horas de mi vida.